*La utilización de órganos o tejidos de animales en trasplantes humanos acaba de encontrar un nuevo espaldarazo desde EE.UU. Investigadores de la Universidad de Pittsburgh acaban de publicar en la prestigiosa The Lancet el posible uso de órganos especialmente de cerdos transgénicos en los denominados xenotrasplantes.
Especialmente, años de investigación han permitido avanzar en la aceptación del receptor humano de ese tejido de otra especie; en el control de la respuesta inmune.
Para ello han resultado muy valiosos los xenotrasplantes de islotes pancreáticos –en lugar del páncreas entero- de cerdos en monos diabéticos. Para la posible traslación a humanos, se piensa en cerdos neonatos, más baratos que animales adultos.
No obstante, no todo es de color de rosa. Por ejemplo, en el caso de la diabetes tipo 1, incluso con un xenotrasplante exitoso, la alterada respuesta inmune, causante de la enfermedad, podría volver a dañar el tejido pancreático. Otra de las opciones terapéuticas apunta a los trasplantes neuronales desde tejido porcino. Estudios con modelos en primates de Parkinson son prometedores.
Finalmente, otra posible aplicación de los xenotrasplantes serían las terapias puente, consistentes en suministrar un órgano –corazón o hígado, por ejemplo- a un paciente mientras se busca otro humano histocompatible. Mientras tanto, la utilización de tejido transgénico, con genes que regulan la respuesta inmune o que sean antitrombóticos puede ser muy útil. ¿Quién dijo aquello de que del cerdo se aprovecha hasta los andares?
*Científicos españoles han encontrado vida casi por casualidad en uno de los lugares más remotos del mundo, una cueva con más de dos kilómetros de profundidad, donde la oscuridad es total, la humedad ambiental es de un asfixiante 100% y las temperaturas que rondan los 0 grados. Allí, ha sido toda una sorpresa, han descubierto cuatro nuevas especies.
Los científicos que han descubierto vida allí abajo también son espeleólogos. Son del Museo de Ciencias Naturales de Valencia y de la Universidad de Navarra. Estaban como invitados en el verano de 2010 a una expedición a la cueva por el CAVEX, un grupo de espeleólogos aventureros rusos y españoles.
La cueva se llama Krubera-Voronya. Está situada en la República de Georgia, cerca del Mar Negro. Es una cueva kárstica y los especialistas llevan más de una década estudiándola. Durante esta expedición bajaron a bucear a las aguas de uno de los sifones más profundos, recogieron muestras y ahí estaban flotando los nuevos animales.
Los animales descubiertos son colémbolos. Estos son invertebrados, bichitos minúsculos (a simple vista es posible verlos pero es difícil).
Son de los animales más abundantes del mundo. Se encuentran, en los cinco continentes y todos los ambientes: húmedos como los trópicos, secos como los desiertos, hasta los más fríos como la Antártida.
*Una nueva terapia genética parece tener el potencial necesario para tratar una forma común de ceguera que afecta a menores y adultos. La técnica se basa en sustituir un gen defectuoso en el ojo por una copia funcional normal que suministre una proteína necesaria para que puedan trabajar las células fotosensibles de los ojos.
La retinitis pigmentosa vinculada al cromosoma X se debe a un defecto genético que se transmite de madres a hijos varones. Las niñas son portadoras del defecto, pero no desarrollan el tipo de pérdida de visión que aparece entre los varones.
Bastante gente en el mundo padece de esa variedad de retinitis pigmentosa, caracterizada por una pérdida inicial de la visión periférica y la visión nocturna, que luego se convierte en visión túnel, y finalmente en ceguera. Sólo en Estados Unidos, la cifra asciende a unas 100.000 personas.
La forma de retinitis pigmentosa abordada en el nuevo estudio es la más común, y está causada por la degeneración de células sensibles a la luz conocidas como células fotorreceptoras y que están presentes en los ojos.
Esta dolencia comienza a temprana edad, así que aunque los niños afectados nacen pudiendo ver, poco a poco pierden la visión, y muchas veces se quedan ciegos en la segunda década de vida.
*Un fármaco para combatir la malaria, al que muchos especialistas consideran el más eficaz hasta la fecha, se puede elaborar ahora a bajo coste y en grandes cantidades. Esto significa que será posible suministrar medicación a un precio módico a los 225 millones de pacientes de malaria en los países en vías de desarrollo.
Un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Coloides e Interfases en Potsdam y la Universidad Libre de Berlín, en Alemania ambas instituciones, ha desarrollado un proceso simple pero ingenioso para la síntesis de artemisinina, el ingrediente activo que hasta ahora las empresas farmacéuticas sólo podían obtener de cierto vegetal y que tiene una estructura química muy compleja.
Existe un tratamiento efectivo contra la malaria (o paludismo), pero no está al alcance de la totalidad de los 225 millones de seres humanos que son víctimas de la enfermedad. Millones de personas, especialmente en los países en vías de desarrollo, no pueden costear la medicación, que consta principalmente de artemisinina. Además, el precio de la medicación varía, ya que esa sustancia es aislada a partir de la planta Artemisia annua, una hierba también conocida con diversos nombres populares, que crece principalmente en China y Vietnam, y cuya disponibilidad varía según la estación del año.
El equipo de Peter H. Seeberger y François Lévesque ha descubierto una vía simple pero ingeniosa de sintetizar la artemisinina, presente en un remedio tradicional chino usado desde hace varios miles de años. Por tanto, la producción del fármaco ya no depende exclusivamente de obtener el ingrediente activo a partir de las plantas.
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